jueves, mayo 22, 2014

Vivir para contarla




-Entonces –dijo-, lo primero que un escritor debe escribir son sus memorias, cuando todavía se acuerda de todo.

La expresión contundente la atribuye Gabriel García Márquez a El Cuqui, un niño de seis años. Y es uno de los muchos recuerdos que el célebre escritor comparte con sus lectores en su extenso libro de memorias.

Penurias. Algunas, las más, en mudanzas en los pueblos del caribe colombiano va retratando el autor al compartir su años de juventud. Incluye sus estancias en la capital colombiana -Bogotá- con su clima de llovizna y niebla, con frio que requiere de sus residentes el uso de abrigo de manera frecuente. Los viajes de un pueblo a otro y de una ciudad a otra transcurren en el río a bordo de barcos de vapor. Son esos mismos barcos que surcan aguas oscuras y en los que se trasladan sus personajes de novelas. También el ferrocarril es su medio de transporte. Y su medio de comunicación más rápido es el telégrafo, de la misma manera que se comunicaban su padre y su madre cuando fueron separados por la familia de su madre para evitar que el telegrafista la pretendiera. Y de esas vivencias familiares, de las que él se va enterando y va guardando en su enorme baúl de recuerdos, es de donde se proveerá para sus narraciones en varias de sus obras.

En su juventud, su madre recurre a él para que lo acompañe al pueblo donde nació para vender la casa. Esa misma casa que fue de sus abuelos y donde tantas vivencias compartió con su abuelo, padre de su madre, y donde aprendió tantas y tantas cosas de la vida caribeña.

Estudiante de la Universidad de manera forzada para tratar de complacer al padre que siempre deseó que él fuera un gran abogado. Abandonó las aulas universitarias por seguir su gran propósito: hacerse periodista. Y lo logró.

Su primera publicación en un diario bogotano es un cuento, cuando era estudiante universitario. Así inicia su larga e intensa carrera literaria. Su primera novela fue llevada a España para su edición inicial. La traducción al español peninsular hace que ésta pierda la calidez caribeña y él la desconoce. Así su primera edición fue posterior. Es un autor de gran temple.

A la vez que sus años infantiles y luego juveniles García Márquez va relatando la vida de su país. La disputa entre conservadores y liberales. Fue testigo del Bogotazo -9 de abril de 1948- que marcó un hito en la historia de Colombia. Él vió esos hechos de violencia extrema que siguieron al asesinado del líder liberal Jorge Eliécer Gaytán. Tanto lo marcó esa racha de violencia que salió de Bogotá. Este hecho es evocado varias veces en su texto, como un parte aguas en la historia de su país de origen en el siglo XX.

Narra vivencias con sus amigos, entre los que destaca Álvaro Mutis. Y las mujeres que estuvieron con él en algún momento de su vida. Una vida intensa que el compartió con Mercedes Barcha, también caribeña como él.

Leer este libro de memorias es leer un compendio de su obra literaria. Sus extensas y hermosas novelas y sus documentados reportajes.

Se agradece a Gabriel García Márquez este libro y toda su obra. Él que tuvo una vida intensa que inició en Aracataca y concluyó en la ciudad de México y la vivió para contarla. Y después de muerto e incinerado hizo que volaran miles de mariposas amarillas frente al gran Palacio de las Bellas Artes.


Título: Vivir para contarla
Autor: Gabriel García Márquez
Editorial: Diana
Edición: Primera, octubre de 2002.

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