viernes, mayo 31, 2013

Guerra, guerra

Obra de Daniel Cruz

Texto de presentación de la
exposición colectiva Guerra, guerra
inaugurada hoy en el café -bar Los Libres
-Los Libres 606, Oaxaca de Juárez-


¡Guerra, guerra! En el monte, en el valle.. …en las olas de sangre empapad…

Grupos de seres humanos se han enfrentado en guerras en casi todos los lugares del mundo. ¿Es por ello la guerra una más de las actividades humanas de las que como especie no podemos prescindir?

En el orden del mundo al inicio del siglo XXI continúa un solo país, seguido de otros pocos, en la instigación de la guerra. La guerra es el gran negocio militar e industrial de los Estados Unidos. Los poseedores de esa maquinaria de producción son los que dominan en las decisiones del gobierno de ese país. Y así, vendiendo su mercancía de guerra pretenden seguir siendo los gendarmes del mundo.

Así se mata. Muertos, regalo para una madre es una de las obras de esta exposición. América, toda, es un continente rojo de sangre. Así ha sido América desde hace más de cinco siglos. Varios de los países de América del Sur vivieron bajo guerras internas en las últimas décadas del siglo XX. Esas guerras tuvieron el patrocinio de los EE UU. El objetivo: mantener el dominio en el continente. Algunos países se liberaron temporalmente de ese dominio mediante guerras.

Al sur del río Bravo y al norte del río Suchiate, esa maquinaria del Norte mantiene una guerra, con el apoyo incondicional del gobierno, del anterior y el actual. El pretexto es el combate a las organizaciones de tráfico de enervantes. El saldo con el anterior gobierno rebasó los 70 mil muertos. Con el actual gobierno las cifras no disminuyen. Cuerpos tirados en las calles, amontonados al pie de un monumento, colgados de un puente o decapitados, así han quedado los muertos de esta guerra. ¿Qué sucede con el dinero de esas bandas? ¿cómo fluye por el complejo bancario? ¿por qué no se siguen las rutas de ese dinero? ¿acaso mantener el estado de guerra es parte de la estrategia de dominio?

Y en las cercanías de este Valle, los habitantes de un pueblo se enfrentan con los del pueblo vecino, con armas cortas, largas y machetes. Hay sangre derramada, hogares enlutados, niños huérfanos y mujeres, tal vez también hombres, en la viudez prematura. Y la pequeña guerra sigue latente porque no se resuelve de manera definitiva el problema de límites entre pueblos. La posesión de la tierra se sigue disputando.

¿Qué tanto estamos cultivando las guerras del futuro al entregar a los niños armas de juguete, de plástico o en vídeo juegos?

Las guerras lejanas, las que vemos por televisión o en los portales de Internet, nos vacunan en la indiferencia. Los niños muertos o mutilados de la Franja de Gaza están tan lejos y no nos interesan. Y así, como humanidad vamos perdiendo la solidaridad que debiera haber entre todos los pueblos de la tierra.

La intervención del retrato de Gandhi que se muestra en esta exposición nos muestra la distorsión que la televisión hace de los valores universales. El máximo héroe de la paz en el mundo es convertido en una estrella más del espectáculo. El dinero pretende dominarlo todo en beneficio de pocos.


Y el camino para terminar con la guerra es tan cercano a nosotros y tan sencillo: El respeto al derecho ajeno es la paz.

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