jueves, febrero 23, 2012

Las dos Fridas

Dos Fridas en el mercado de Ocotlán

Una de las obras pictóricas más conocidas de la célebre Frida Kahlo es el cuadro que lleva su nombre doble. Al ver el título de este breve libro, viene a mi imaginación ese cuadro y pienso en una disertación del autor sobre la obra. No se trata de eso. Es una reseña de la experiencia personal del autor, verdadera o ficticia, sobre la búsqueda de la otra Frida a partir de una fotografía de la principal –Kahlo- por encargo de la editorial para escribir una biografía de la pintora. Así Mario Bellatín nos comparte un recorrido desde la Capital hasta un remoto pueblo de los tantos que hay en México.

La búsqueda de la otra Frida se vuelve para el escritor un motivo de viaje. En un auto compacto y acompañado de su perro parte de la ciudad de México. Nos describe las cualidades del perro y explica el porqué de su nombre. En algún momento pasa por el pueblo de sus ancestros que vinieron del otro lado del mar. Una de las migraciones europeas para formar un pueblo donde sus habitantes viven de la fabricación de alimentos lácteos basados en sus conocimientos traídos desde su tierra de origen. Y así puede uno enterarse que en esa migración hubo seguidores de la ideología fascista, que hay en ese pueblo un cementerio con una zona de tumbas en honor de los mártires del fascismo –del fascio, cita el autor, citando a los pobladores-.

Después de los kilómetros recorridos, finalmente el autor, investigador, encuentra a la otra Frida. Ella está en un mercado. Atiende su pequeña fonda, ella misma prepara los alimentos. En esa tarea no puede conversar de frente con el viajero, sólo le contesta las preguntas haciéndolo de espalda a él. Él descubre que responde apoyándose en un libro que guarda discretamente entre su falda.

No sé en cuántos pueblos puede haber Fridas. Hace varios años fuimos a conocer a una de ellas. Sus cejas pobladas. Flores en su peinado. Falda ancha de tehuana. Huipil con colores vivos. ¿Sería sí la original –Kahlo?- Y volvimos en otra ocasión. Conversamos con ella. Vive cada día, cada hora del día, y tal vez cada hora de la noche su personaje. Ella, esta Frida, atiende su fonda en el mercado de Ocotlán. El pueblo del que es originario Rodolfo Morales –el célebre pintor que legó a su pueblo recursos para reconstruir los principales edificios: el ex convento, el palacio municipal y la casa que habitaron sus padres y luego fue de él, convertida en museo, con sala de Internet para los lugareños-. Ese pueblo donde un mal día de 2006 el candidato de la Coalición Por el Bien de Todos –Andrés Manuel López Obrador- dijo refiriéndose al hablantín presidente Vicente Fox “cállate chachalaca” y le costó varios puntos en las preferencias electorales y a México la oportunidad de un verdadero cambio en aquel año.

La otra Frida, la de Ocotlán, cada mañana atiende a los comensales que llegan a desayunar o comer. Algunos a conocerla. El espíritu de la original sigue habitando la Casa Azul de Coyoacán y su mirada está en cada uno de sus cuadros. Las dos Fridas son México.


Título: Las dos Fridas
Autor: Mario Bellatín
Editorial: Conaculta – Random House Mondadori
Edición: Primera, octubre de 2008.

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Este blog resurgió en enero de 2006. En la primavera de 2011, cuando el contador de visitas llevaba más de 40 mil se publicó el dato en pantalla. El ritmo de visitas creció. Algunos meses del año pasado rebasaron las 10 mil visitas. El pronóstico apuntaba que en diciembre se tendrían 100 mil, no fue así. Hoy se han cumplido, sin saber a qué hora.



Las tres reseñas más vistas son:
Nuestro país no es de lectores asiduos. Este blog sigue en el camino de invitar a leer. Así se publicó en la primera entrada:

Hoy reinicio estas páginas para contribuir a fomentar en mi país –México- el hábito de la lectura.

El primer sábado del año leí un artículo periodístico que atrajo mi atención, en La Jornada que se edita en la ciudad de México se dio cuenta de las pocas librerías que existen en nuestro extenso territorio, de las pocas opciones que tenemos los mexicanos para adquirir libros. Y por ello la poca, escasa, lectura.

En otra lectura, también de ese sábado, ésta del suplemento Babelia del diario El País, que se edita en Madrid, leí una entrevista a Elena Poniatowska Amor, sobre sus acciones y sus libros, destacando el último que ha publicado: El tren pasa primero, del que hace una reseña Jordi Soler, mexicano de origen catalán, también excelente autor.

En México tenemos excelentes escritoras y escritores, como Poniatowska y Soler. Somos muchos, como se titula el último libro de Jorge Castañeda, pero pocos leemos. Por ello quiero compartir lo que leo con quienes vean estas páginas.

Hago este blog para facilitar el acceso de amigos y personas interesadas y para invitar a otras a leer.

La primera ilustración es una fotografía de una pequeña escultura de madera de El Quijote que me encontré el año pasado en un viaje a Guanajuato. Porque es El Quijote la obra representativa de la lengua española. También como un mínimo homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra, cuya obra ya ha superado los cuatro siglos.

A escribir…

domingo, febrero 19, 2012

Con el café en la mira


El jueves 16 de la semana que terminó, fue abierta la exposición de la obra de Salvador López denominada Con el café en la mira, alojada en la sede del Congreso del Estado de Veracruz. Reúne grabados sobre la planta y el fruto aromático. Además se acompaña de fotografías de trabajadores cafetaleros en las faenas de proceso del fruto. Es un exposición breve, con el aroma del café de la región central de Veracruz.

El trazo fino, exquisito de Salvador nos muestra, en una paleta de grises, las plantas y sus frutos en la exuberancia de los campos. Un de los cuadros recrea un cafetal, verde, aromático y sombreado. Una exposición para ver y saborear.








Salvador López con el café en la mira

jueves, febrero 02, 2012

Se llamaba Elena Arizmendi

Elena Arizmendi, Sara Pérez y Francisco I. Madero en El Paso, Texas


Cuando José Vasconcelos publicó sus libros autobiográficos Ulises criollo y La tormenta, llamó la atención un personaje femenino a la que el autor llamó Adriana. La bella Adriana es el primer capítulo de esta biografía escrita por Gabriela Cano sobre la vida de quien se llamaba Elena Arizmendi.

Las raíces familiares de Elena Arizmendi vienen de España. Arraigados sus antecesores en estas tierras de América, participaron algunos de ellos en la Guerra de Independencia y en las luchas de liberación del pueblo mexicano. Su abuelo, el oaxaqueño Ignacio Mejía, general del ejército de la Reforma, peleó al lado del prócer Benito Juárez ante los conservadores y luego contra los invasores franceses. Era Elena Arizmendi de estirpe liberal, lo que se describe en el segundo capítulo: El linaje liberal: Oaxaca.

La educación de Arizmendi fue más allá de los convencionalismos de la época –fines del siglo XIX y principios del siglo XX-. Convivió con su abuelo el general Ignacio Mejía –en cuyo honor existió, en la capital oaxaqueña, hasta el final del siglo pasado un internado para estudiantes de escasos recursos, con actividades militarizadas-.  Aprendió a montar a caballo y disfrutaba hacerlo en sus vacaciones en el rancho de su abuelo.

Elena partió a EE UU. En San Antonio estudió enfermería. Fue una de las primeras mexicanas en graduarse en esa profesión. En esa ciudad inició una relación con la familia Madero. Fue amiga de Francisco y Sara, su esposa. En consecuencia apoyó la Revolución iniciada por él.

Cuando inició la Revolución en el norte del país, con la toma de ciudad Juárez –antes Paso del Norte- regresó a México. Viajó hasta la capital. Buscó apoyos y logró conformar la Cruz Blanca Neutral, para atender a los heridos en la guerra ya iniciada. Formó con el apoyo de varios médicos y estudiantes de medicina brigadas que fueron al norte a cumplir su misión de alivio.

La Cruz Blanca Neutral formada con su participación se escindió. Ella, junto con otras personas formaron la Cruz Blanca Mexicana. Para atender problemas en esa organización, Francisco I. Madero la envió al despacho de su aliado José Vasconcelos. Allí inició el romance apasionado que es narrado en Ulises criollo y La tormenta. Ese apasionado idilio extramatrimonial los hace compartir pasajes de la guerra revolucionaria en México y el exilio en EE UU y en Sudamérica.

Se separa de Vasconcelos. Regresa a EE UU. Se desposa con un norteamericano. De lo que aprendió en el exilio, durante las largas horas que pasaba con Vasconcelos en bibliotecas públicas de Nueva York, le crece la vocación feminista. Participa activamente en la organización de las mujeres en defensa de sus derechos. Fue fundadora de la Liga de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas –Liga de Mujeres de la Raza-. Participó en congresos por la liberación de las mujeres. Colaboró en la revista feminista Mujeres de la Raza. Escribió un libro autobiográfico –Vida incompleta-, en éste narra pasajes y reflexiones sobre su vida al lado de Vasconcelos y al lado del que fue su esposo norteamericano.

Regresó a México. Murió en 1949. En su memoria una calle de la colonia Del Valle en la ciudad de México lleva su nombre –antes Tercera cerrada de Amores-. Se llamaba Elena Arizmendi Mejía.


Título: Se llamaba Elena Arizmendi
Autora: Gabriela Cano
Editorial: Tusquets Editores
Edición: Segunda, septiembre de 2010.